DESDE EL ESCRITORIO DEL PÁRROCO

Estimados Feligreses de Santa Maria:

Para ahora, muchos de ustedes han escuchado hablar de la triste noticia de la muerte del Papa Benedicto XVI el sábado pasado. El fue Papa antes de dejar el cargo en el 2013, haciendo camino para que nuestro Papa actual, el Papa Francisco, le siguiera. El nombre del Papa Benedicto puede resultar vagamente familiar para muchos porque durante los últimos diez años, él vivió tranquilamente una vida de oración en un pequeño monasterio dentro de la Ciudad del Vaticano. Se mantuvo fuera de la vista del público. Para nosotros los católicos, el oficio del papado es absolutamente crítico. Recuerde que cuando Jesús estaba estableciendo la Iglesia, le dijo a San Pedro, en el Evangelio de Mateo 16:18, “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” Jesús edificó la Iglesia sobre Pedro, como vemos claramente. Desde ese momento, hemos tenido una línea continua de sucesores, a lo largo de 2000 años de historia, hasta Benedicto y ahora hasta el Papa Francisco. La Iglesia Católica es la institución mundial más antigua en la historia de la humanidad. Vemos de primera mano la promesa de Jesús de sostener su Iglesia hasta que vuelva. El propósito del Papa es simple: dar a conocer a Jesús.

 Este domingo celebramos la Epifanía, mientras los reyes magos van y rinden homenaje al Niño Jesús con obsequios de oro, incienso y mirra. Esa palabra, “Epifanía” significa una manifestación de Dios al mundo. El papel del Papa es llevar esta “manifestación” de Dios en Cristo, a todas las naciones. Como todos sabemos y vemos a nuestro alrededor si tenemos ojos para ver, proclamar a Jesucristo es un gran desafío en nuestra cultura actual, en lo cual los estudios muestran que se está volviendo cada vez más pagana con cada año que pasa. Algunos sectores de la sociedad se están volviendo descaradamente hostiles a la enseñanza cristiana tradicional. Difundir la Buena Nueva de Jesucristo, requiere coraje para resistir la tormenta. Jesús sabe esto. En el Evangelio de Lucas, nuestro Señor lleva a Pedro a un lado y le habla desde el corazón. Él sabe que está a punto de enviar a Pedro al mundo en una misión imposible, donde muchos cristianos no serán lo suficientemente fuertes para perseverar: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.” (Cf. Lc 22, 31-32).

 Esto revela el otro propósito del Papa: fortalecer la fe de su pueblo. Cuando yo estaba estudiando para ser sacerdote, tuve el honor de ser enviado a Roma para mis estudios teológicos en el Colegio Norteamericano Pontificio. Es el seminario de los Estados Unidos. Se encuentra a solo unas cuadras de la Ciudad del Vaticano. Está tan cerca del Vaticano que puedes asomar la cabeza por la ventana y ver el Palacio Apostólico, el cual es la residencia del Papa. Si él está en casa, encienden la luz de la ventana. Como jóvenes seminaristas, a menudo mirábamos por la ventana y nos decíamos a nosotros mismos: “Mira, el Papa Benedicto todavía está despierto”. Fuimos bendecidos de estar en Roma durante su mandato como Papa. Para mi generación de sacerdotes, nos enseñó a nunca tener miedo de proclamar a Jesucristo, sin importar cuán impopular sea. Después de todo, no somos cristianos para ganar amigos. Somos cristianos porque Dios ha penetrado en nuestro mundo y se ha revelado. Es nuestro deber dar testimonio de la alegría del Evangelio. Rueguen por el alma Papa Benedicto XVI.

Un Siervo de Jesucristo,

Brian J. Soliven

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