Desde el Escritorio del Párroco

Estimados Feligreses de Santa María:

Cuando se trata de tarjetas Navideñas, supongo que soy un poco anticuado, ya que todavía envío una carta Navideña. Este año, en mi carta Navideña, me puse a reflexionar sobre la experiencia de nuestra parroquia tocante a la pandemia.  Como me han escuchado decir o escribir anteriormente, me inclino a ver por lo que estamos pasando como una experiencia de "exilio". Aunque no siempre es fructífero recordar el pasado, tal vez nos ayude en nuestra perspectiva al revisar nuestro va y viene como nómadas al rendir culto en los últimos diez meses.  Por lo tanto, recordará lo siguiente:

·         19 de marzo de 2020 En esta fecha, el culto público en California fue suspendido indefinidamente debido a la pandemia. Durante las once semanas de suspensión del culto público, la Iglesia de Santa María permaneció abierta todos los días durante diez horas de Adoración Eucarística y el Padre Steven y yo escuchamos confesiones diariamente.  El Padre Steven y yo celebramos una Misa privada todos los días y ofrecíamos Misa a través de la transmisión en vivo los domingos.  Recordarán que las liturgias del Triduo de Semana Santa y las Misas del Domingo de Pascua se celebraron sólo a través de la transmisión en vivo.

·         8 de junio de 2020 En esta fecha, se nos permitió reanudar la celebración de Misas presenciales y otros sacramentos, en nuestro templo, con restricciones.

·         17 de julio de 2020 En esta fecha, debido al creciente número de infecciones por el COVID, la celebración de la Misa y los demás sacramentos se movieron al aire libre. Organizamos nuestro horario de Misas de fin de semana para que la Misa no se celebrara durante la hora más calurosa del día.  Mientras tanto, me encontré reorganizando mi vestimenta (reduciendo capas) para no ser un desastre completamente empapado de sudor después de una hora de Misa.

·         24 de septiembre de 2020 En esta fecha, se nos permitió celebrar Misas presenciales y la celebración de los sacramentos una vez más en nuestra iglesia. 

·         18 de noviembre de 2020 En esta fecha, debido al aumento de los números por el COVID, de nuevo se movieron la celebración de las Misas y los sacramentos al aire libre, donde aún nos encontramos rindiendo culto dos meses después. Esta vez, con una temperatura de 360F durante la Misa de las 8am, ¡me encuentro agregándome capas de ropa!  

Sin duda, no somos las primeras personas en la historia en ser "exiliados" de nuestra "patria", que en nuestro caso serían los confines para oración y bastante cómodos de la Iglesia de Santa María.  Los israelitas experimentaron exilios mucho más duros y largos de lo que ciertamente hemos experimentado nosotros.  Además, recordamos que Jesús, María y José experimentaron el exilio al principio de la vida del Salvador.  Con el fin de escapar de las intenciones homicidas de Herodes, el ángel del Señor le advirtió a José que llevara al Niño Jesús y a María a Egipto y que permaneciera allí hasta que pasara el peligro. (Mt 2,13-14)

Así que, sí, entre otras experiencias que hemos vivido durante los últimos diez meses, me imagino que muchos de nosotros nos hemos sentido alejados, incluso, exiliados, unos de otros, de nuestros lugares de trabajo, de nuestra parroquia y de la mayoría de todo lo que consideramos normal. A través de todo esto, el Padre Steven y yo hemos sido verdaderamente edificados por su perseverancia, flexibilidad, generosidad y resistencia. Mientras muchos de ustedes continúan participando en nuestras Misas dominicales a través de la transmisión en vivo por YouTube, un buen número de ustedes asisten en persona a nuestras Misas diarias y dominicales al aire libre, bodas, bautizos y Misas de quinceañera.  Gracias a Dios y el arduo trabajo por parte del personal, catequistas y padres, logramos completar nuestras celebraciones de Primera Comunión y Confirmación que se habían suspendido en la primavera. También, durante el verano, recibimos plenamente en la Iglesia a las personas en el programa RICA quienes se habían estado preparando para ser recibidos en la Vigilia Pascual.  Se toma mucho trabajo para preparar para la Misa al aire libre y desmantelar después de Misa.  Doy gracias a Dios por la generosidad, el compromiso y la fiabilidad de nuestros sacristanes Manuel y Elizabeth Belo, Celia Quiquivix, Concepcion Madrid, Jose Pineda, Nelly Verba, Sherry Vandergraaf y Linda Molina, al igual que el Diacono Phil Verba, y otros voluntarios.  Además, creo que todos estamos de acuerdo en que nuestra iglesia, nuestro espacio de culto al aire libre y nuestro pesebre al aire libre (ahora, gruta Mariana) han sido bellamente arreglados para las estaciones de Cuaresma, Pascua, Tiempo Ordinario, Adviento y Navidad y ahora Tiempo Ordinario, de nuevo.  Expreso mi gratitud a Angie Caserza y Brenda Krch y a todos sus ayudantes, incluyendo a los miembros de nuestro Consejo de Caballeros de Colón 4901.   

Todo lo que hacemos como parroquia es para la mayor gloria de Dios, incluso nuestro sentimiento de ser exiliados.  "¿Cómo es eso posible?", se podría preguntar.  ¿Cómo puede ser que lo que hemos experimentado como fieles en los últimos diez meses dar gloria a Dios? Por lo menos dos maneras.  En primer lugar, en nuestra experiencia de sentirnos separados o exiliados, nos solidarizamos con Jesús, que fue exiliado junto con María y José cuando era niño.  Al experimentar el exilio, podemos estar con Nuestro Señor en su exilio. De hecho, sobre todo, Nuestro Señor se exilió por nosotros muriendo en la cruz y descendiendo a la muerte.  Nuestro Señor, literalmente, fue al infierno y regresó, para que un día pudiéramos encontrar nuestro camino desde este exilio terrenal a nuestra patria celestial.  (cf. Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, Las Narrativas de la Infancia) La segunda gracia de experimentar el exilio ahora es que nos recuerda que nunca debemos sentirnos demasiado cómodos en este mundo.  Durante el verano, con razón, algunos de ustedes comentaron lo agradable que fue tener Misa afuera.  Y, sé que algunas personas han mencionado que les gusta lo conveniente y la comodidad de participar en la Misa transmitida en vivo. Sin embargo, creo que todos estaríamos de acuerdo en que preferiríamos celebrar y participar de nuevo en la Misa, como comunidad parroquial, en nuestra iglesia como lo hacíamos antes de la pandemia.

Si lo pensamos bien, nunca debemos sentirnos completamente cómodos en este mundo, porque no estamos destinados a este mundo. Estamos creados para el cielo.  Si la pandemia nos hace sentir inquietos, frustrados, molestos, temerosos, enojados o tristes, eso no es malo. Nos recuerda que nada en este mundo estará perfectamente bien hasta que lleguemos al cielo.  Al comenzar este nuevo año de gracia, debemos orar a Dios para que hagamos todo lo posible, con la ayuda de Su gracia para crecer en santidad y para ayudar a los demás a crecer en santidad para que un día seamos liberados de este exilio mundano, de este "valle de lágrimas" mientras oramos en el Rosario, y seamos llevados por nuestro Buen Pastor a nuestra patria celestial.

 

En Cristo,

Padre Berg

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