DESDE EL ESCRITORIO DEL PARROCO

Estimados Feligreses de Santa María,

¿Por qué eres católico? Es una pregunta con la cual toda persona que escuche o lea estas palabras necesita una respuesta inmediata. Tarde o temprano se le planteará esta pregunta. Alguien con una fe diferente, lo retará a abandonar la Iglesia Católica; serás escandalizado por el mal comportamiento de alguien en la Iglesia (tal vez incluso de un sacerdote u obispo); despreciarás algo que se dijo (o no se dijo en una homilía dominical); o tal vez simplemente te alejarás lentamente de la Iglesia por nuestra cultura secular, pesada, hedonista, materialista, loca, sofocante, que nos dice que las cuestiones de fe son simples sofismas tontos y sin importancia, como coleccionar cartas de Pokémon. Cualquiera que sea el desafío, vuelve a la pregunta básica: "¿Por qué soy católico?" Cuando tenemos una respuesta segura, podemos resistir cualquier tormenta.

 En mi antigua parroquia, uno de mis devotos feligreses, Sean, conoció a una encantadora joven, quien era protestante, llamada Zoey, en el famoso rodeo de Reno. De inmediato se llevaron bien. El único problema evidente era, que él era católico. Si bien el protestantismo y el catolicismo comparten muchas similitudes, también existen enormes diferencias insuperables. Una de esas creencias es nuestra antigua enseñanza de 2,000 años de lo que Jesús dijo en el pasaje del Evangelio de hoy en Juan 6 es literalmente cierto: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo”. Lo que ahora llamamos Eucaristía es verdaderamente Jesucristo; no es simplemente simbólico. La mayoría de los protestantes sostienen lo último. ¿Quién tiene razón? Sean y Zoey discutieron apasionadamente estas diferencias entre ellos, cada uno tratando de convencer al otro. Ninguno de los dos cedería. Por respeto mutuo, sin embargo, visitaban la iglesia del uno y otro el domingo. Ahí fue donde conocí a Zoey por primera vez mientras estaba sentada en la banca de la iglesia con la cara seria, durante la Misa. Me di cuenta de que no era una fanática del culto litúrgico católico. De hecho, cuando hablábamos, yo podía sentir cierta frialdad en ella durante nuestras interacciones. Ella simplemente no quería tener nada que ver con la Iglesia Católica. Después de unos meses de esto, recibí una noticia sorprendente. ¡Zoey había anunciado su decisión de hacerse católica! Sorprendido, inmediatamente le pregunté qué le hizo cambiar de opinión. Lo siguiente es nuestra conversación por texto:

 “Realmente, estaba en un lugar en el cual sentía que tenía que haber más en mi fe. Y la Eucaristía fue realmente esa respuesta. ¿Se puede tener una unión física, real y verdadera con Cristo en la Eucaristía? Un domingo usted dio una homilía en Misa que me atrapó. Usó la metáfora de un marido y una mujer uniéndose en matrimonio y en la Eucaristía. Me di cuenta de que como Cristo te entrega su SER PLENO en la Eucaristía, tal como lo hizo en la cruz. Y pensar en cuánto amor tengo por Sean y cuánto más amor tiene Jesús por nosotros (¡infinito!) me abrumó. Este fue el gran 'Momento ¡ajá!’ Y luego, el hambre de tener esa unión realmente me hizo evaluar mi fe.

 En esa Misa lloré todo el rato. Fue la primera vez que mi corazón sintió lo que mi mente sabía. Había leído e investigado todo y “creído” prácticamente, pero esa fue la primera vez que lo sentí en mi alma. La verdadera presencia de Cristo, justo frente a mí. Disponible para mí. Era el sentimiento de “más” que había estado buscando durante tanto tiempo. Ese vacío que sentía en mi fe protestante finalmente se llenó. ¡Una vez que me di cuenta de que Jesús realmente estaba ahí, lloré lágrimas de alegría!!

 Si le preguntara a Zoey, ¿por qué eres católica? Ella diría: “Porque quiero comer el pan vivo del cielo”.

Esclavo de Jesucristo,

Padre Brian J. Soliven

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