DESDE EL ESCRITORIO DEL PARROCO

Estimados Feligreses de Santa María,

Este año, los obispos de California están lanzando una nueva iniciativa a nivel estatal. Titulado Amor Radiante, es un llamado a los católicos a redescubrir la belleza y la bondad del matrimonio y la familia. Este enfoque se necesita desesperadamente hoy. Las tasas de matrimonio están cayendo en pique. Los jóvenes simplemente no quieren casarse, como las generaciones anteriores de sus padres y abuelos. Según el Pew Research Center, en 2021, el 25% de las personas de 40 años nunca se han casado. Está en su punto más alto. Esa cifra era del 16% a principios del siglo XX. Entre los católicos, la tendencia refleja la sociedad en general. En otro estudio realizado por la Universidad de Georgetown, los matrimonios católicos cayeron en un asombroso 70% desde 1969. Este impactante colapso del matrimonio entre nuestros jóvenes, quienes, por diversas razones, ya no ven el valor del matrimonio... Necesitamos hacer algo al respecto la Iglesia.

Todos tenemos familiares y amigos en nuestras vidas que caen en esta tendencia. Recuerdo una conversación sincera con una joven feligrés hace unos años. Ella me confió que el matrimonio la asustaba. Desafortunadamente, ella provenía de una familia donde los primeros recuerdos de sus padres, tías y tíos, estaban en constante pleito. En su impresionable mente joven, casarse era algo de dolor y miseria. Se prometió a sí misma nunca tener "un matrimonio como ese". El único matrimonio “sano” que recordaba era el de su abuelita en México. Parte de su vacilación refleja la experiencia de muchas personas al escuchar estas palabras. Si esta congregación refleja una parroquia estadounidense promedio, muchos de nosotros venimos de situaciones difíciles similares, los cuales nos han dejado un mal sabor de boca.

¿Cómo podemos nosotros, como Iglesia, redescubrir nuevamente la maravilla del matrimonio? La respuesta está en el pasaje del Evangelio de hoy. Jesús nuevamente nos está enseñando sobre la realidad corporal del “Pan bajado del cielo”. Él nos dice: “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí”. La Eucaristía, como la llamamos ahora, es la respuesta para redescubrir la belleza del matrimonio. Cuando entablamos una relación con alguien, nos volvemos vulnerables ante la otra persona. Ponemos nuestro corazón en sus manos y les pedimos que no nos hagan daño. En otras palabras, amar requiere que yo confíe en la otra persona. Este amor siempre conlleva riesgos. No hay otro camino si queremos entrar en comunión con otra persona. En la Eucaristía, Jesús se hace vulnerable, tal como lo hacen un marido y una mujer, el uno con otro. Nuestro precioso Señor se deja consumir y manipular por nosotros. Él literalmente se pone a sí mismo, en cuerpo, sangre, alma y divinidad en nuestras manos. ¿Qué haremos con tan inmensa responsabilidad? Debemos responder de la misma manera. Debemos amarnos unos a otros como Cristo nos amó. Este, amigos míos, es el secreto para recuperar la belleza del matrimonio en nuestros días. Trate a su cónyuge como a Jesucristo en la Eucaristía, quien es, después de todo, la fuente divina del amor mismo. Un Esclavo de

Jesucristo,

Padre Brian J. Soliven

Previous
Previous

FROM THE PASTOR’S DESK

Next
Next

FROM THE PASTOR’S DESK