Desde el Escritorio del Párroco

Estimados Feligreses de Santa María:

¡Bendecida Navidad a todos!  Con seguridad, el 2020 ha sido un año significativo.  Si Dios quiere, podemos sacar algo de esperanza de nuestra celebración y reflexión sobre la Encarnación.  Cuando meditamos sobre el nacimiento de Jesús y las circunstancias que rodean Su nacimiento, si Dios quiere, apreciamos aún más lo que José, María y Jesús pasaron.  Y, después de lo que hemos vivido este año, tal vez podamos relacionarnos un poco más con la experiencia de la Sagrada Familia.  Partiendo de tres conocidos pasajes de las lecturas del Evangelio de Nochebuena y el día de Navidad, ofrezco las siguientes reflexiones. 

"Y sucedió que mientras estaban ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito; le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.” (Lc 2, 6-7) Cansados del viaje de Nazaret a Belén, José y María han de haber estado desanimados de no haber podido encontrado alojamiento adecuado donde la Santísima Madre pudiera dar a luz a Jesús. Aun así, María y José deben haber confiado en que Dios les proveería. Al final, unos animalitos hospitalarios les hicieron espacio en su refugio.  No era bonito, pero era suficiente.  Con los incendios que experimentamos los californianos este año, más de alguna persona se ha quedado sin alojamiento. Al igual que María y José, experimentaron la pobreza de estar sin un lugar donde quedarse. En los mejores casos, algunas personas que perdieron sus casas en los incendios recibieron alojamiento temporal con familiares y amigos. En los peores casos, las personas tuvieron que valerse por sí mismas y todavía están luchando para recuperarse. Podemos seguir orando por todos los afectados por los incendios y para que Dios les ayude a recuperarse plenamente de la devastación que experimentaron.

Si nuestra comunidad ha sido sacudida por los incendios forestales este año, todo el mundo se ha visto sacudido por la pandemia. Consecuentemente, la pandemia y las restricciones que nos acompañan han afectado la forma en que podemos rendir culto y, en muchos casos, se ha hecho muy difícil vivir día a día para las personas y familias.  Como un amigo de Inglaterra me dijo el otro día: "He estado encerrado en casa y encerrado fuera de la Iglesia.  Lo único que no he estado es encarcelado". De cualquier modo, no hemos podido celebrar juntos la Misa como estamos acostumbrados en nuestro hogar, es decir, en el refugio de nuestro templo, reunidos alrededor del altar en presencia de nuestro Santísimo Señor. Al igual que los israelitas y la Sagrada Familia, hemos vivido nuestro propio exilio.  Continuemos orando por todos los afectados por la pandemia y por el fin de la pandemia.  Oremos para que la gracia de Dios brille y Su gloria reine a través de esta experiencia.  

"Y aconteció que cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: Vayamos, pues, hasta Belén y veamos esto que ha sucedido, que el Señor nos ha dado a saber.   Fueron a toda prisa, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.” (Lc 2, 15-16) Una de las valiosas lecciones de la Navidad es la urgencia manifestada por los primeros testigos del nacimiento de Cristo.  Podemos imaginar que los pastores eran hombres pobres, humildes e incultos.  Aun así, sabían en sus corazones la importancia del nacimiento del Salvador en Belén.  Ese ardor en sus corazones se tradujo a un deseo urgente de estar con el Niño Jesús. Querían verlo y orar con Él.  Querían ser cubiertos por la Luz que brillaba desde el pesebre, esa Luz que tan a menudo se representa en pinturas de los artistas sagrados.

A lo largo de este año, el Padre Steven y yo hemos sido edificados por todos ustedes que han querido estar en la presencia de Nuestro Señor y recibir Su gracia.  Como los pastores en la Nochebuena, nos han hecho testigos a través de su urgencia y fidelidad. Ya sea que estemos celebrando Misa adentro o fuera del templo, siguen viniendo. Y, cuando estamos afuera, siguen viniendo, aunque el clima sea agradable o desagradable.  Han venido a las Confesiones y a la Adoración Eucarística.  Hemos continuado celebrando Bautismos, Misas de funeral, Misas de quinceañera y bodas. Han participado en la Misa a través de la transmisión en vivo por Youtube y se han llevado a cabo reuniones, platicas teológicas y espirituales y catequesis virtual y en persona.  Y, a través de todo, han seguido apoyando económicamente a la Parroquia de Santa María. Doy gracias a Dios por su fidelidad, paciencia y generosidad.  Ustedes nos han motivado, inspirado y edificado en gran medida al Padre Steven y a mí y, lo más importante, dan gloria a Dios a través de sus santos ejemplos.

"Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad." (Jn 1:14) La Encarnación nos recuerda que Dios hará todo lo posible para acercarnos a Él.  "Dios se hizo pequeño", como al Papa Benedicto le gustaba decir. Dios vino a nosotros como us recién nacido y como cualquier otro bebé, lloró, necesitaba ser alimentado y cambiarle Sus pañales se necesitaban cambiar.. Dios vino a nosotros como Un Niño para que todos lo recibiéramos.  Naturalmente nos sentimos atraídos por la impotencia y la vulnerabilidad de un niño y el Niño Jesús continúa atrayéndonos a Él a través de Su belleza y bondad.  María y José dieron a Jesús un hogar, para que pudiera vivir entre nosotros y para que la gloria de Dios pudiera ser revelada.  Oremos para que continuemos dándole a Jesús un hogar en nuestros hogares, en nuestras familias, en nuestra comunidad y en nuestra vida.  ¡Que la gloria de Dios brille con resplandor durante esta época navideña y en el Año Nuevo!   

           

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