Desde El Escritorio del Párroco

Estimados Feligreses de Santa María:

 

 Sin duda, la mayoría de nosotros conocemos a alguien que se ha sucumbido al coronavirus.  Hace una semana más o menos, estaba echando un vistazo a artículos en el sitio web de la Agencia Católica de Noticias, cuando un artículo me llamó la atención: "Nueve obispos católicos con COVID-19 mueren en una sola semana".   Al continuar leyendo el artículo, me enteré de que entre el 8 y el 15 de enero, nueve obispos de tres continentes murieron después de dar positivo por COVID-19.  Los obispos tenían entre las edades de 53 años y los 91 años.  Al leer los nombres de los que murieron, me di cuenta de que había conocido a uno de ellos.  De hecho, incluso lo había mencionado en esta columna el 6 de septiembre cuando escribí sobre una visita que hice con otros jóvenes a Rumania a principios de los años noventa, cuando estaba discerniendo el llamado al sacerdocio y estudiaba teología en Roma.  En el verano de 1993, creo que fue, visitamos Rumania guiada por el Padre Florentin Crihălmeanu, un joven sacerdote de la Diócesis Católica Oriental de Cluj-Napoca.  Ordenado en 1990, el Padre Florentin había estado completando sus estudios en Roma cuando acompañó a nuestro grupo a su tierra natal para una visita que duro una semana.

Después de ese viaje de verano, Florentin regresó a Roma por un año más.  Cuando completó sus estudios en 1994, regresó a Rumania para enseñar en el seminario Católico Oriental en Cluj-Napoca.  En 1996, el Papa Juan Pablo II ordenó al Padre Florentin para servir como obispo auxiliar de la Diócesis de Cluj-Gherla.  A la edad de 38 años, Florentin era el obispo más joven del mundo en ese momento. En el 2002, el obispo Crihălmeanu fue nombrado obispo de la misma diócesis donde sirvió como auxiliar, Cluj-Gherla, hasta su muerte a principios de este mes.  Aparentemente, el 4 de enero, el obispo Crihălmeanu fue diagnosticado con un caso leve del coronavirus. Fue tratado por un médico y lo mandaron estar en cuarentena bajo el cuidado de una comunidad de hermanas religiosas.  Desafortunadamente, su condición empeoró y murió el 12 de enero. 

Cuando le envié la noticia a un amigo mío con quien estudié en Roma y con quien viajamos junto con Florentin a Rumania en el verano de 1993, mi amigo estaba tan sorprendido como yo al enterarse de la muerte de Florentin.   Mi amigo me envió por correo electrónico un par de artículos en rumano sobre Florentin que pude traducir al inglés con la ayuda de una herramienta de traducción en línea.  Uno de los artículos que envió, articulan 61 datos interesantes sobre el obispo Florentin, un dato por cada año de su vida.  Compartiré sólo unos cuantos.  La madre de Florentin era Católica Romana y su padre Católico Griego (u oriental).  Su hermana es monja.  Después de la universidad, Florentin sirvió en el ejército como se les obligaba la mayoría de los hombres rumanos en ese momento.  (Rumanía fue liberada del régimen comunista en 1989.) Eventualmente, Florentin comenzó sus estudios para el sacerdocio Católico Oriental y fue ordenado sacerdote en 1990 en la Plaza Unirii en Cluj.  Como mencioné en mi artículo del 6 de septiembre, los lugares de culto de la Iglesia Rumana se unieron a Roma (Iglesia Católica Oriental) habían sido confiscados por los comunistas en 1948, cuando el cristianismo ortodoxo se convirtió en la religión oficial del país.  Durante su tiempo como obispo, Florentin logró supervisar la construcción de nuevas iglesias Católicas Orientales.  A través de todo, el Obispo Florentin mantuvo su corazón de niño.  Descanse en paz Florentin Crihălmeanu.

                                          En Cristo,

                                         Padre Berg

 

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