DESDE ELESCRITORIO DELPÁRROCO

Estimados Feligreses de Santa Maria:

El sábado 28 de agosto por la mañana, el Obispo Jaime Soto visitó nuestra parroquia para conferir el Sacra-mento de la Confirmación a 65 de nuestros jóvenes feligre-ses. Hace un año, cuando planeamos esta celebración, soli-citamos a la Oficina del Obispo programar la Misa de Con-firmación más tarde en el verano en lugar de en la primave-ra. La idea era que entre más tarde tuviéramos la Misa, ha-bría más posibilidades de que la pandemia hubiera dismi-nuido. Bueno, como sabemos, la pandemia sigue con noso-tros. Pero eso no nos impidió tener una celebración digna y hermosa. Gracias a nuestro equipo de transmisión, Don Krch y Deven Eaton, pudimos transmitir en vivo la Misa de Confirmación. La grabación de video de la Misa se puede ver en nuestro canal de YouTube "St Mary's Vacaville".

Como mencioné al final de la Misa de Confirma-ción, hay mucho por lo cual dar gracias a Dios por este año. La pandemia creo un reto para todos los que están envueltos en nuestro programa de educación religiosa. Yo expreso mi agradecimiento a nuestra Directora de Educa-ción Religiosa, Martha Batres-Martin y a sus ayudantes en nuestro personal de educación religiosa: Sor Laura, Sor Adriana, Sor Eileen y Flor Hernández. Además, estoy muy agradecido con todos nuestros catequistas voluntarios que dan gran parte de su tiempo y energía para compartir su amor y conocimiento de la fe con nuestros niños y jóvenes. Y, estoy especialmente agradecido con Dios por todos nuestros padres y por sus hijos. Este año, debido a las res-tricciones por el COVID, gran parte de la catequesis se lle-vó a cabo en el hogar. Los padres asistieron a las reuniones mensuales en la parroquia y recibieron el apoyo de parte de los catequistas y la formación de las Hermanas, el Padre Steven, los voluntarios y su servidor. Creo que para varios padres no solo fue una oportunidad para enseñar la fe a sus hijos, sino también a ellos mismos. Y yo sé que no siem-pre fue fácil.

Como me han escuchado mencionar antes, la Igle-sia siempre ha enseñado que los padres son los principales educadores de sus hijos, no solo cuando se trata de inculcar la fe, sino en muchos asuntos importantes. Leemos en el Catecismo de la Iglesia Católica:

Los padres son los primeros responsables de la edu-cación de sus hijos. Testimonian esta responsabili-dad ante todo por la creación de un hogar, donde la ternura, el perdón, el respeto, la fidelidad y el servi-cio desinteresado son norma. El hogar es un lugar apropiado para la educación de las virtudes. Esta requiere el aprendizaje de la abnegación, de un sanojuicio, del dominio de sí, condiciones de toda liber-tad verdadera. Los padres han de enseñar a los hijos a subordinar las dimensiones “materiales e instinti-vas a las interiores y espirituales” (CA 36). Es una grave responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus hijos. Sabiendo reconocer ante sus hijos sus propios defectos, se hacen más aptos para guiarlos y corregirlos: (CCC, 2223) …. La cateque-sis familiar precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe. Los padres tienen la misión de enseñar a sus hijos a orar y a descubrir su vocación de hijos de Dios (Cf. LG 11). La parro-quia es la comunidad eucarística y el corazón de la vida litúrgica de las familias cristianas; es un lugar privilegiado para la catequesis de los niños y de los padres...” (CCC, 2226)

Así, mientras que la parroquia es "lugar privilegia-do" para la catequesis de niños y padres, la familia es "lugar primordial". Al final de la Misa de Confirmación, le recordé a los recién ungidos confirmandi que ser confirma-do no significa que uno se haya "graduado" de la fe Católi-ca. Crecer en la fe lleva toda una vida. Se necesita trabajo arduo, perseverancia y compromiso. Les animé a los jóve-nes a participar en el grupo de jóvenes. (Algunos de ellos ya están participando). A Andreya Arévalo, Ministra de la Juventud de Santa María, le gusta recordarnos que los ado-lescentes religiosos activos tienen menos probabilidades de participar en actividades de alto riesgo. Es más probable que se ofrezcan más como voluntarios, tengan más cone-xiones sociales, se casen y permanezcan casados y tengan familias más grandes. Además, viven más tiempo, ganan más dinero, experimentan menos depresión y son más feli-ces y se sienten más realizados en sus vidas que los adoles-centes que no son activos en la práctica de su fe. Oro para que nuestros confirmandi continúen practicando su fe, se acerquen más a Jesús y continúen creciendo en virtud y santidad.

¡Que tengan una semana bendita!

En Cristo,

Padre Berg

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