DESDE EL ESCRITORIO DEL PÁRROCO

Estimados Feligreses de Santa Maria:

¿Pueden adivinar quién es el tema femenino más popular en la historia del arte? Ha sido objeto de estatuas de mármol de los grandes maestros medievales como Miguel Ángel y Fra Angelico. Ella adorna las paredes de las estructuras más audaces de la humanidad. Poemas y pinturas se han inspirado en ella en todo el mundo durante más de dos milenios. De hecho, ella todavía cambia corazones en nuestros días.

 Por supuesto, estoy hablando nada más ni nada menos que de la mujer cuyo nombre adorna nuestra parroquia: Santa María, la Santísima Madre. Bajo varios títulos, la amamos. Ella es la Theotokos en griego, la Portadora de Dios, quien lleva al niño Jesús en su vientre. Ella es la Inmaculada Concepción, tal como le dijo a Santa Bernardita en Lourdes, Francia, donde los enfermos van a bañarse en los manantiales milagrosos. Ella es Nuestra Señora de Fátima para los portugueses, donde prometió un milagro en 1917, presenciado por miles, mientras el “sol bailaba en el cielo”. Ella es Nuestra Señora de Guadalupe, quien ayudó a abrir el camino para la conversión de diez millones de aztecas al catolicismo naciendo así el pueblo mexicano. Ella es Nuestra Señora de la Victoria para los soldados en la batalla naval de Lepanto en 1571, cuya intercesión ayudó a salvar a toda la cristiandad de los ejércitos invasores del Imperio Otomano. Ella es Nuestra Señora de Akita para los japoneses, cuyas lágrimas brotaron misteriosamente de una estatua de madera transmitida a todo el país en 1973. Ella es Nuestra Señora de Kibeho para los ruandeses, donde se apareció en la década de 1980 a las niñas de la escuela en un pequeño pueblo rural. Puedo seguir y nombrar más lugares y culturas, pero aquí parare.

 Debemos preguntarnos, ¿por qué esta mujer ha afectado la vida de literalmente miles de millones? Después de todo, ella no es una diosa, por supuesto. Ella no tiene un intelecto imponente o poder terrenal. La respuesta es notablemente sencilla; ella es genial porque escucha. Leemos en el Evangelio: “Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre.  Cuando vieron al niño, contaron lo que les habían dicho acerca de él, y cuantos lo oyeron se asombraron de lo que los pastores decían. 19 María, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas. (Cf. Lc 2,16-17) Esa última línea explica la magnificencia de María. Su único propósito es reflexionar sobre la voluntad de Dios y actuar de acuerdo. Ella siempre nos conduce a su hijo, Jesucristo. Una sana devoción mariana aumentará el amor por nuestro Señor. ¿Ves ahora por qué María nunca dejará de inspirar a los cristianos de todas las edades? Todo lo que hace es señalar a Dios y nos dice: “Hagan lo que él les ordene.”. (Cf. Juan 2:5)

Un Siervo de Jesucristo,

Brian J. Soliven

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