DESDE EL ESCRITORIO DEL PÁRROCO

Estimados Feligreses de Santa María:

¡La batalla espiritual comienza! La cuaresma nos da una gloriosa oportunidad para crecer en santidad, al unirnos a Jesucristo en la frialdad de los 40 días en el desierto.   Esta es probablemente mi temporada favorita, incluso más que Pascuas y Navidad. Al igual que nuestro Señor, enfrentamos al diablo en la cuaresma y las falsas demandas en nuestros corazones.  Dios simplemente quiere nuestro amor; Él no se conforma con un segundo lugar. El versículo de las Escrituras del Antiguo Testamento más famoso para el pueblo judío nos dice por qué. “¡Escucha, oh Israel!   Moisés proclama en Deuteronomio (6: 4) “Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.  Y amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con todas tus fuerzas.” Los judíos recitan este versículo varias veces al día porque entienden que somos débiles. Es difícil amar a Dios con todo nuestro corazón, mente y fuerzas, incluso como sacerdote.

 Ellos repiten constantemente este versículo para recordarles su solemne deber. El único trabajo del Diablo es hacer que nos olvidemos de Dios. Quiere distraernos de practicar nuestra fe. Él quiere que nuestros corazones se enamoren de otras cosas del mundo. San Juan, el discípulo amado, escribió en su Primera Carta.  Juan, capítulo 2, escribe:

 No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.  Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos, y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. (Juan 15-16)

 El primero de los falsos amores de nuestros corazones que el diablo usa, es La Pasión de la carne. Estos son todos los pecados de la carne, las drogas, la bebida, abusar de nuestro cuerpo. Todos conocemos bien esta distracción. Lo vemos cada vez que encendemos el televisor o usamos las redes sociales. Esta es probablemente la mayor distracción para que podamos amar a Dios con todo nuestro corazón.

 El segundo, es la pasión de los ojos. El falso amor del corazón es nuestra codicia. Esta es la búsqueda interminable de más dinero, casas más grandes, autos más grandes, más joyas, la lista sigue y sigue. Es nuestra codicia por más cosas. Se los garantizo, digamos que mañana me ganara un billón de dólares en la lotería. Se sentirá bien por un tiempo, pero la sensación desaparecerá. E incluso con todo mi dinero, todavía quisiera más. Este deseo es como un pozo sin fondo.

 El tercer falso amor de nuestros corazones es la arrogancia de la vida. Es nuestro orgullo. ¿Alguna vez se han preguntado por qué el Diablo se rebeló contra Dios? El Diablo fue creado bueno; él era el ángel más alto en el ejército de Dios. ¡Lo tenía todo! ¿Por qué desobedeció a Dios? Lamentablemente, es simple: era su orgullo. Quería ser más alto que Dios, por lo que se negó a servir.

Un Siervo de Jesucristo,

Brian J. Soliven

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