DESDE EL ESCRITORIO DEL PÁRROCO

Estimados Feligreses de Santa Maria:

A todos nos pasa tarde o temprano. De hecho, tal vez alguien que este leyendo este escrito del Escritorio del Parroco, lo sienta en este momento: todos nos hemos sentido perdidos, espiritual y moralmente desorientados. No sabemos a dónde ir. Las cosas no han resultado como las hemos planeado. En muchos sentidos, podemos sentirnos a la deriva, atrapados en la misma rutina de diario, lo cual es despertar, comer y dormir, y repetirla siempre. ¿Hacia dónde va mi vida, a menudo nos preguntamos? Dante, el famoso poeta medieval italiano, captó bien este sentimiento en la Divina Comedia: “A la mitad de la jornada de nuestra vida, me desperté para encontrarme solo y perdido en un bosque oscuro después de desviarme del sendero recto”.

 Si alguna vez este has sido tú, Jesús nos quiere sacar del atolladero. El cristianismo es una religión para los perdidos. No es para aquellos que tienen todo bajo control. De hecho, es una religión para aquellos que avergonzados se rinden. "¡Arrepiéntanse!" Escuchamos a San Juan Bautista proclamar en la lectura del Evangelio de este domingo. "¡Arrepiéntanse! Porque el Reino de Dios esta acerca.” Les dice a sus oyentes del primer siglo que reconozcan que están perdidos en sus pecados y totalmente abrumados. Una vez que lo hagamos, finalmente podremos comenzar a dar los primeros pasos fuera del “oscuro bosque”. Si pensamos que no estamos perdidos y que todo está bien, nunca necesitaremos una guía que nos lleve a casa. Nunca necesitaremos al Dios que viene como uno de nosotros. Nunca necesitaremos a Jesucristo.

A veces la gente piensa que el catolicismo es demasiado riguroso, demasiado rígido con sus reglas. La Iglesia es demasiado exigente, con todas sus normas de confesarse una vez al año (¡por lo menos!), ayunar durante la Cuaresma, dar un porcentaje de los ingresos a Dios, observar el día de fiesta asistiendo a la Misa dominical, la lista sigue y sigue. Tal vez así sea. La Iglesia nos pide mucho, porque ama mucho. Al final del día, la Iglesia quiere lo mejor, a pesar de que sus líderes no están a la altura de las altas normas divinas, incluyéndome especialmente a mí. Ella entiende que después de 2000 años de pruebas y tribulaciones y de las experiencias vividas por los santos, la santidad requiere que pongamos “la piel en el juego”. No existe tal cosa como la gracia barata. “Sed santos”, nos dice Dios en el Libro Bueno. “Porque yo, el Señor tu Dios, soy santo”. (Levítico 19:2)

Cuando San Juan Bautista vio a los fariseos y saduceos en nuestra lectura del Evangelio, los reprendió: “¡Generación de víboras!”. Gritó para que todos escucharan. Imagine todos los ojos de la multitud ahora fijos en estos líderes religiosos. "¿Por qué está enojado con ellos?" ¿Debieron haberse preguntado? ¿No son éstos los sabios de Israel? Tenían todo el conocimiento de los caminos de Dios, pero aún carecían de lo único necesario, un corazón noble.  “Producir buen fruto como prueba de vuestro arrepentimiento”. Sus vidas aún no habían cambiado.

 Durante esta temporada de Adviento, permita que las velas que se encienden cada domingo nos llamen del “bosque oscuro” a la luz maravillosa que es el mismo Cristo. Viene a sacarnos de nuestro desorden, si solo se lo permitiéramos. No sean como los fariseos y saduceos que no necesitan un salvador. Levante sus manos y ríndase y dejar que Cristo tome el control de nuestras vidas.

Un Esclavo de Jesucristo,

Padre Brian J. Soliven

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