DESDE EL ESCRITORIO DEL PÁRROCO

Estimados Feligreses de Santa María,

Si mañana por la mañana usted viera titulares en las noticias, "El Parroco de Santa Maria Arrestado por Robo a un Banco", muchos de ustedes legítimamente se sorprenderían. Algunos de ustedes incluso pensarían: "¡Yo sabía que el sacerdote era raro!" o "No me sorprende. Había algo diferente en ese tipo". Muchos católicos y no católicos pueden incluso decir: "¡Ven! Por eso es que la Iglesia y la religión es horrible". Todos estos sentimientos son comprensibles, revela un gran misterio sobre la naturaleza de la fe y la pregunta que todos nos preguntamos intuitivamente: ¿Cómo pueden las personas hacer cosas malas mientras profesan ser cristianas? Es una pregunta antigua que se remonta al Antiguo Testamento e incluso a nuestro día de hoy, especialmente aquí en los Estados Unidos. Como ya saben, los fracasos de los sacerdotes y otros líderes en la Iglesia quedan al descubierto para que todos los vean. Esta flagrante hipocresía puede escandalizar a los fieles y, en el peor de los casos, pudiera mantener alejados de Jesucristo a aquellos que de otro modo se convertirían.

 El domingo pasado, en las misas en inglés, conté la historia de mi antiguo compañero de cuarto de la universidad. Nos habíamos convertido en grandes amigos mientras éramos estudiantes universitarios en UC Davis. Éramos los únicos dos católicos en un apartamento de tres habitaciones, compartido con otros siete estudiantes varones. Íbamos a la Misa dominical vespertina de las 7 pm todos los fines de semana en St. James. Íbamos a retiros católicos y cantábamos canciones de alabanza y adoración con la guitarra en nuestra sala. Mientras otros estudiantes universitarios se emborrachaban y festejaban, nosotros nos quedábamos despiertos hasta tarde y orábamos. En el último año, sin embargo, las cosas comenzaron a cambiar lentamente. El comenzó a alejarse de la práctica de su fe. Dejamos de ir a Misa juntos. Ya no rezábamos y la guitarra que solía llenar el aire de música en nuestro apartamento se quedó en silencio. ¿Qué pasó? Escuché a través de amigos mutuos nuestros, que el comenzó a notar las falsas vidas cristianas de algunas de las otras personas en nuestro grupo. Los vio ir a la Iglesia, hacer la señal de la cruz en Misa, recibir la Sagrada Eucaristía los domingos, pero en los otros días de la semana, sus vidas morales eran completamente opuestas a lo que profesaban con sus labios. Ver esta contradicción creó un profundo resentimiento en su corazón joven. Han pasado más de veinte años desde que nos graduamos y mi antiguo compañero de cuarto de la universidad odia a la Iglesia Católica con pasión. ¿Cómo es que damos sentido a esto?

 La lectura del Evangelio de este domingo nos dice cómo. Viene de Mateo 13, donde Jesús cuenta siete parábolas sobre la naturaleza de la Iglesia y del Cielo mismo. Es importante que las meditemos porque pueden enseñarnos cómo responder a las dificultades de la vida. Mi antiguo compañero de cuarto llegó a despreciar a la Iglesia debido a la presencia de pecadores en su rango. En la parábola de la cizaña y el trigo, Jesús explica que nuestro Padre Celestial permite que el bien, el "trigo" en esta analogía, crezca junto con lo malo, la "cizaña". En otras palabras, en la Iglesia siempre habrá santos y pecadores sentados uno al lado del otro en las bancas. Él hace esto para darnos a los pecadores la oportunidad de cambiar nuestras vidas y arrepentirnos. Nuestro Padre es paciente con sus hijos obstinados. No debemos sorprendernos cuando las personas fallen vivir el alto nivel de estándar de Jesucristo. Como dijo una vez el gran Fulton Sheen: "Juzguen a la Iglesia Católica no por aquellos que apenas viven por su espíritu, sino DÉCIMOSEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 23 de julio de 2023 por el ejemplo de aquellos que viven más cerca de él". Sigamos sosteniéndonos unos a otros en oración. Ore especialmente, para que ninguno de nosotros termine en un titular de noticias.

Un Esclavo de Jesucristo,

Padre Brian J. Soliven

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