DESDE EL ESCRITORIO DEL PÁRROCO

Estimados Feligreses de Santa María,

Mi corazón explota de alegría al informarles el

número de personas, este año, en la clase de OCIA (formalmente conocida como RICA). Es la formación y las clases de catequesis que toman los no católicos para ser recibidos plenamente en la Iglesia Católica. ¡Tenemos treinta y tres! Es la clase más grande que nuestra parroquia ha visto en las últimas décadas. El Espíritu Santo nos está demostrando nuevamente que está activo y se mueve en los corazones de las personas de Vacaville. Para imitar las palabras de San Pablo en nuestra Segunda Lectura de hoy, quiero hablar directamente a estos treinta y tres hermanos y hermanas nuestros: “En todo momento damos gracias a Dios por uste- des y los tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar las obras que manifiestan la fe de ustedes, los trabajos fatigosos que ha emprendido su amor...” (Cf. 1 Tesalonicenses 1,1-5).

Sólo hay una razón para ser católico: el amor. Eso es todo. Soy católico porque me esmero en Amar al Señor mi Dios con todo mi corazón, y con toda mi alma, y con toda mi mente. (Cf. Mateo 22,36-40). Amar a Jesucristo, es ser fiel a todo lo que él nos revela. Si vivimos este amor a su máximo potencial, destacaremos en el mundo. La palabra inglesa "Iglesia" es una traducción de la palabra griega "ekklesia" (ἐκκλησία), que significa "aquellos que son llamados". En español podemos escu- char más fácilmente la conexión “iglesia”. Ser miembro de la Iglesia Católica, como todos nosotros lo somos, es ser parte de este grupo exclusivo de personas que han sido liberadas de las garras de este mundo derrotado. El precio de esta membresía se pagó a través de la sangre de Jesucristo.

En el Evangelio, esta distinción entre el mundo y la familia de Dios, la Iglesia, queda explícitamente clara cuando los fariseos y herodianos intentan atrapar a Jesús con una pregunta provocativa: “¿Es lícito pagar el impuesto del censo al César o no?” Si dice que sí, provocará la ira del pueblo judío que odia a las fuerzas ocupantes de romanos. Si dice que no, inmediatamente se convierte en enemigo del Estado. De cualquier manera, los enemigos de Jesús finalmente tendrán motivos para arrestarlo. No se dan cuenta; de que Nuestro Señor ve las oscuras intenciones de sus corazones. No tienen ningún interés en la verdad, sólo en su propio odio. Jesús responde: “Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". En otras palabras, dejar que el mundo pelee por los restos de dinero, poder, honor y placer. Nosotros los cristianos hemos sido llamados a salir de ese desorden; pertenecemos a un Dios que quiere darnos más de lo que el mundo puede ofrecer.

Un Esclavo de Jesucristo,

Padre Brian J. Soliven

Previous
Previous

FROM THE PASTOR’S DESK

Next
Next

FROM THE PASTOR’S DESK