DESDE EL ESCRITORIO DEL PÁRROCO

Estimados Feligreses de Santa María,

El sábado pasado, nuestra parroquia tuvo el gran honor de ser los anfitriones para la Confirmación de casi 80 adultos y sus familias de diferentes parroquias de la Diócesis de Sacramento. Santa Maria estaba abarrotada; el espacio estaba para que la gente estuviera de pie única- mente. Probablemente asistieron cerca de 700 personas. Nuestro propio Obispo de Sacramento, el Reverendo Jai- me Soto, presidiendo la Santa Misa. En medio de la Misa, extendió sus manos sobre estos 80 adultos, oró:

“Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por el agua y el Espíritu Santo liberaste del pecado a tus hijos e hijas y les diste vida nueva. Envía tu Espíritu Santo sobre ellos para que sea su ayuda y guía. Dales el espíritu de sabiduría e inteligencia, el espíritu de consejo, el espí- ritu de fortaleza Llénalos con el espíritu de ciencia, pie- dad y temor de Dios. Te lo pedimos por Cristo nuestro Se- ñor”.

Invocó los Siete Dones del Espíritu Santo que pronto todos recibirán. De estos dones, hay uno en particu- lar que es especialmente importante en nuestra época mo- derna. Es el don de fortaleza. Una persona con fortaleza se le da la habilidad sobrenatural de defender a Dios, incluso si eso significa soportar el rechazo, el daño físico y emo- cional y sí, a veces incluso la muerte, todo en el nombre de Jesucristo. La fortaleza es la fuerza para ser católico cuan- do nuestra fe es desafiada. Esto puede significar oponerse a nuestra cultura con su moral confusa y liberal.

La fortaleza es el don que está en el centro del pa- saje del Evangelio en las lecturas de este domingo. La for- taleza es lo que separa a las cinco vírgenes prudentes de las cinco insensatas. Debemos preguntarnos ¿cuáles somos nosotros? Estas diez vírgenes representan al pueblo cris- tiano. Las insensatas son los cristianos que se distraen con el mundo y todas sus distracciones superficiales. Han deja- do de orar, han dejado de asistir a la Misa dominical y ya no practican la caridad cristiana. Ya no viven la vida de un discípulo. En otras palabras, se han aburrido de Jesús. Ser sabio, en cambio, es vivir plenamente el fuego vivo de la vida cristiana, completamente vivo. Para hacer esto bien, necesitamos todos los dones del Espíritu Santo. Por eso es sumamente importante que recibamos el Sacramento de la Confirmación. Si aún no ha sido confirmado, especialmen- te como adulto, comuníquese con la oficina parroquial y lo guiaremos por el camino correcto para recibir estos mara- villosos dones de Dios.

Un Esclavo de Jesucristo,

Padre Brian J. Soliven

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