DESDE EL ESCRITORIO DEL PÁRROCO

Estimados Feligreses de Santa María,

¿Qué se necesitaría para que tú y yo dejáramos

todo atrás y siguiéramos a Jesús? Ese es el corazón de la gran pregunta que nos confronta la lectura del Evangelio de este domingo. Saltemos en nuestra máquina del tiempo imaginaria y regresemos a las orillas del Mar de Galilea, donde se desarrolla el drama. Probablemente sea un día soleado, cálido y ventoso. Es un día de camiseta y pantalones cortos. Los rayos del sol alto hacen brillar las aguas tranquilas en nuestros ojos, hemos hecho una mueca de ojos de vez en cuando. Los pájaros graznan en la distancia, esperando comida gratis de los pescadores trabajadores que sacan sus redes de la pesca del día. Es un día familiar como tantos. Inesperadamente, aparece de repente un extraño. Aquí es donde comienza el pasaje evangélico: "Síganme y hare de ustedes pescadores de hombres", dice el hombre barbudo. Simón y su hermano Andrés se enfrentan a una elección misteriosa y apremiante. ¿Siguen a este hombre al que nunca han visto antes? ¿Cómo es posible que dejen atrás su medio de vida? ¿Cómo ganarán dinero, como pagarán sus facturas? ¿Qué pasara con todos los grandes planes que imaginaron para su futuro? Millones de preguntas y temores deben haber pasado por sus mentes mientras procesaban esta extraña solicitud, de un perfecto extraño.

Aquí yace la coyuntura de nuestro libre albedrío y el de Dios. Parte de ser creados a "imagen y semejanza de Dios", como nos dice el Génesis en el capítulo uno, es precisamente este don. Tú y yo tenemos la capacidad de seguir el plan de Dios o no. Tenemos dentro de nosotros rebelarnos o consentir. El eco de la caída de Adán y Eva es elegir siempre lo primero. El Diablo sedujo a nuestros primeros padres con la máxima libertad del diseño de Dios y mira cómo resultó eso para la humanidad. Miren la sangrienta historia del mundo para contemplar el precio de esta "libertad".

Jesús ha venido para guiar al mundo de vuelta a su gloria original. La parte alucinante de todo esto es que él solicita nuestra ayuda. Sí, tú y yo, esta mera gente común. Para redimir a la humanidad quebrantada y pecaminosa, reclutará a humanos quebrantados y pecadores. Aquí es donde ahora nos unimos al drama de la salvación o no. Jesús nos mira a cada uno de nosotros como lo hizo con Simón y Andrés a lo largo de ese hermoso y resplandeciente Mar de Galilea: "Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres". ¿Qué dices tú?

Un Esclavo de Jesucristo,

Padre Brian J. Soliven

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