Desde el Escritorio del Párroco

Estimados feligreses de Santa María:

            ¡Jesús ha resucitado! ¡Aleluya! ¡Felices Pascuas! Después de 40 días de ayuno por la aclamación del “Aleluya” del Evangelio, ¡siempre es maravilloso volver a expresar esas sílabas hebreas! Cuando cantamos “Aleluya”, que significa “Alabado sea el Señor”, es como si nuestro corazón gozoso no pudiera ser contenido por nuestro lenguaje cotidiano. Nuestro agradecimiento por la Resurrección del Hijo es tan grande que el lenguaje normal no puede describirlo adecuadamente. Además, nuestra alegría pascual se siente más profundamente a causa de nuestros ejercicios espirituales cuaresmales. En este sentido, el Domingo de Resurrección es bueno mirar atrás y ver de dónde venimos.  ¿Cómo fue la Cuaresma para usted? Personalmente, puedo decir que hubiera podido ser más fiel a las promesas que hice al comienzo de la Cuaresma. Digamos que hubiera podido hacer mejor ¿Cómo se vivió la Cuaresma en nuestra parroquia? Sobre todo, doy gracias a Dios por vuestro fervor y fidelidad. La asistencia a la Misa dominical en todas nuestras Misas en los tres idiomas fue excelente. Nuestras Misas diarias también fueron muy concurridas. Muchos fieles fueron a confesarse los martes y sábados en nuestros horarios habituales de confesión, y en otros horarios, incluso en nuestro Servicio de Penitencia Comunal el 30 de marzo, cuando 10 sacerdotes estuvieron disponibles para escuchar confesiones. Nuestros estudiantes de Confirmación disfrutaron de un excelente retiro el fin de semana del 1ro al 3ro de abril dirigido por las hermanas de PES, nuestro personal de educación religiosa, catequistas y nuestro equipo jóvenes adultos. Nuestra Adoración Eucarística por las tardes durante la semana también contó con una buena asistencia.  Nuestro apoyo a los necesitados y las donaciones caritativas fue muy bueno. Sin duda, muchos de nosotros nos beneficiamos de las prácticas penitenciales que realizamos durante la Cuaresma. ¡Claramente, quieren seguir creciendo en la vida espiritual!

Mirando aún más allá de esta Cuaresma pasada, les recuerdo lo que escribí en el boletín de la Pascua de 2020: “A veces, cuando vengo a nuestra iglesia a orar, cuando todos se han ido y solo estamos Jesús en el tabernáculo y yo, pienso en todas las oraciones que se han hecho en nuestra iglesia. Pienso en todo lo que pasa en nuestra iglesia, todas las personas sentadas pacientemente y escuchando las homilías, todos arrodillados en adoración a Nuestro Señor en la Eucaristía y todos de pie y alabando a Dios por su bondad. Mientras me arrodillo en silencio en el reclinatorio, casi puedo escuchar el crujido de los reclinatorios, el sonido ocasional del teléfono celular, el canto de los himnos y el llanto del pequeño bebé”.

Usted recuerda que en la primavera de 2020 no se nos permitió tener misa pública durante casi tres meses debido a la pandemia. La Cuaresma en 2020 definitivamente fue un momento difícil para nosotros. Aún así, fue posible que aprendiéramos algo de nuestra experiencia compartida, tal como aprendemos algo cada Cuaresma. Como escribí en 2020: “Cuando todo esto pase, y podamos estar juntos nuevamente bajo un mismo techo en nuestra iglesia, recordemos las lecciones que hemos aprendido: que Jesús murió por nosotros para que pudiéramos recibir Su gracia, que Él nos dio Su Eucaristía para que pudiéramos estar en Comunión con Él y entre nosotros y que Jesús resucitó de entre los muertos y venció a la muerte de una vez por todas. Si hay algo que nos consuela en esta extraña y angustiosa primavera es que Dios tiene la última palabra. Celebrar la Pascua significa reconocer que Nuestro Señor Jesucristo nos liberó de una vez por todas de la muerte eterna y que Dios nos protegerá y nos sostendrá en cualquier prueba, siempre que nos entreguemos a Él”. ¡Amén! ¡Aleluya! ¡Jesús ha resucitado!

            En nombre del Padre Joseph Sebastian, el diácono Rob Vandergraaf, el diácono Phil Verba y todo el personal de Santa Maria, les deseo un bendecido Domingo y temporada de Pascua.

 ¡Felices Pascuas!

Padre Berg

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