DESDE EL ESCRITORIO DEL PÁRROCO

Estimados Feligreses de Santa Maria:

Como mencioné en un par de Misas el fin de semana pasado, este fin de semana tenemos un "dos por uno". Dado que la Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, que se celebra el 15 de agosto, cae en domingo este año, los fieles tienen la oportunidad de cumplir con su obligación dominical, así como con su obligación por el día de la "Asunción". Como saben, todos los católicos estamos obligados a asistir a Misa todos los domingos del año. Sin embargo, además de la obligación dominical, también están los "días de precepto" que surgen durante el año. Dependiendo en el año, puede haber hasta cinco días de precepto: La Asunción de la Santísima Virgen María (15 de agosto), Fiesta de Todos los Santos (1 de noviembre), Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María (8 de diciembre), Día de Navidad (25 de diciembre) y la Solemnidad de la Madre de Dios (1 de enero).

Además, hace algunos años, los obispos de los Estados Unidos, en un esfuerzo por facilitar a los fieles el cumplimiento de sus obligaciones dominicales y de días santos, decidieron que para ciertos días de festividad que caen en sábado o lunes, los fieles no estarían obligados a asistir a Misa en esas ocasiones. Si un día santo requiere o no la obligación de asistir a Misa, depende de la festividad, del año y en qué día de la semana cae la festividad en particular. Así, por ejemplo, en el 2022, la festividad de María, la Madre de Dios, cae el sábado 1ro de enero del 2022, no será un día santo de obligación. Asimismo, la Asunción de María el 15 de agosto de 2022 cae en lunes, no será un día santo de obligación.

La Asunción es una fiesta maravillosa porque no solo honramos a la Santísima Virgen María por haber sido asumida en cuerpo y alma en el cielo, sino que también aspiramos algún día a estar unidos con Dios y todos los ángeles y santos en el cielo, espiritual y corporalmente. Se nos recuerda desde el Catecismo (no. 966) que la Asunción de María anticipa "una anticipación de la resurrección de los demás cristianos". Esto significa que todos los miembros del Cuerpo de Cristo, es decir, todos nosotros, tenemos el impresionante don de resucitar corporal y espiritualmente. El don de la resurrección del cuerpo y el alma que nos espera debe movernos a usar bien nuestros cuerpos y espíritus en esta vida para prepararnos para la vida eterna. Debería ser un buen recordatorio de que nuestros cuerpos y almas ultimadamente no nos pertenecen. Nuestros cuerpos y almas son dones de Dios. Nos ayudan a ser los pies, el corazón, las manos, los oídos, los ojos y la boca de Nuestro Señor para que podamos traer a los demás hacia Él.

La conciencia de que nuestros cuerpos y almas le pertenecen a Dios ultimadamente, debe movernos a pensar dos veces o tres veces acerca de elegir hacerle algo pecaminoso a nuestro cuerpo, ya sea temporal o permanentemente. Por un lado, me refiero al mal intrínseco de la anticoncepción y la esterilización. Estos nunca son aceptables de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia. Por otro lado, también me refiero marcarse permanentemente con un tatuaje. Es cierto que la enseñanza de la Iglesia no condena los tatuajes. Aun así, uno debe discernir la razón por la cual hacerse un tatuaje. ¿Es para llamar la atención hacia uno? ¿Es para recordar a una persona o un evento importante en la vida de uno? Si es por la primera razón, entonces me parece que no es una buena razón para hacerse un tatuaje. Si es por la segunda razón, ¿no sería más fácil tener una fotografía u otro recordatorio de dicho evento o persona como referencia, en lugar de tratar de encontrarlo en el cuerpo? Por supuesto, esta es sólo mi opinión. No es enseñanza de la Iglesia. No obstante, el gobernante moral de una decisión de este tipo debería ser doble: nuestros cuerpos y almas pertenecen a Dios y deben ser devueltos a Él para Su mayor honor y gloria.

En esta Solemnidad de la Asunción de María, todos demos gracias a Dios por nuestros cuerpos y almas y pidámosle que nos ayude, a través de la intercesión de Santa María, a usar nuestros cuerpos y almas para Su mayor honor y gloria para edificar el Cuerpo de Cristo. ¡Que tengan una semana muy bendecida!

En Cristo,

Padre Berg

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