DESDE EL ESCRITORIO DEL PARROCO

Estimados Feligreses de Santa María,

¡Feliz Navidad!  Con la llegada del 25 de diciembre, hacemos el cambio de la temporada de Adviento a la temporada Navideña cuando la Iglesia nos da un par de semanas para reflexionar sobre el don de la Encarnación.  Como siempre, el calendario litúrgico de la Iglesia es un maravilloso maestro.   Al situar la Solemnidad de la Sagrada Familia el primer domingo después del día de Navidad, se nos recuerda que, si la Natividad del Señor es una celebración de Dios que viene a nosotros como un bebé, la Navidad también nos recuerda el don de la Sagrada Familia y la importancia de la familia humana. La oración Colecta para la Misa lo expresa de esta manera: "Señor Dios, que te dignaste dejarnos el más perfecto ejemplo en la Sagrada Familia de tu Hijo, concédenos benignamente que, imitando sus virtudes domesticas y los lazos de caridad que la unió…”

Durante la temporada Navideña, el niño Jesús y la Madre María reciben una buena cantidad de atención justamente merecida.  Aun así, tenemos mucho que aprender de San José.  Todos hemos escuchado que ni una sola palabra de José está registrada en la Sagrada Escritura.  Sin embargo, José habla mucho a través de sus acciones.  ¿Cuáles fueron algunas de las acciones de José?  Por un lado, a diferencia de María, a José no se le dijo desde el principio que iba a ser el padre del Hijo de Dios.  Recordamos que cuando José se enteró por primera vez de que María estaba embarazada, estaba pensando en divorciarse de ella silenciosamente. Más tarde, mientras dormía, un ángel le aclaró las cosas. El ángel le dijo a José que no tuviera miedo de tomar a María como su esposa y que ella había concebido a Jesús por obra del Espíritu Santo.  Claramente, José tenía una profunda vida espiritual que le permitía discernir claramente algo que Dios le comunicaba. Y tenía la convicción y la confianza para actuar en eso.

Con respecto a su unión única con María, José eligió el matrimonio libremente a pesar de que debió haber sabido que su elección requeriría que permaneciera célibe. La promesa obediente de José a Dios de vivir como el esposo célibe de María no lo convirtió en un hombre más débil. De hecho, lo hizo aún más varonil.  A través de su casto autodominio, José y María ejemplifican cómo vivir en control de los deseos y apetitos de uno, de hecho, para vivir obedientemente de acuerdo con la voluntad de Dios con la ayuda de Su gracia.  Esta es una lección muy importante.  Vivimos en un mundo que nos golpea con el mensaje de que no es posible controlar los apetitos corporales, sexuales o emocionales.  Por lo tanto, debemos ceder ante ellos, se nos dice.  Jesús, María y José nos enseñan lo contrario.  

            San José nos recuerda otra verdad: no es la paternidad biológica del padre de la familia lo más importante.   Tampoco la paternidad se trata principalmente de equipar a los hijos para triunfar en el mundo.  De hecho, debido a que no es el padre biológico de Jesús, José nos recuerda la dimensión más importante de la paternidad. Como el padre legal de Jesús, era el deber de José educar a Nuestro Señor en las tradiciones y la fe de Israel. Habría sido el papel de José enseñar a Jesús a orar, llevarlo a la sinagoga y familiarizarlo con la Sagrada Escritura.   Hoy en día, muchos padres piensan que es lo suficiente mantener a la familia y dar consejos sobre cómo salir adelante en el mundo. Pero, es importante recordar que la Iglesia siempre ha enseñado que el padre es el líder espiritual de la familia.  Es parte y encomienda de la paternidad del padre y, por lo tanto, de su hombría, llevar a su esposa e hijos a una mayor santidad a través de su propio ejemplo y un liderazgo muy intencional.   (cf. Reverendo Paul D. Scalia, "El Padre que Necesitamos" (en inglés), www.thecatholicthing.org, 27 de diciembre de 2020) 

            Oramos para que "imitemos constantemente los ejemplos de la Sagrada Familia, para que, superadas las aflicciones de esta vida, consigamos gozar eternamente de su compañía".  (Oración después de la Comunión, Misa para la Solemnidad de la Sagrada Familia)  ¡Bendita Navidad!  

En Cristo,

Padre Berg

 

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