Desde el Escritorio del Párroco

Estimados Feligreses de Santa María:

Durante veinte años, me he reunido con un grupo de hermanos sacerdotes una vez al mes para orar, por fraternidad y para cenar. El formato es simple. Por lo general, la reunión se lleva a cabo en una parroquia; tomamos turnos para organizar la reunión. Nos reunimos un lunes por la tarde a las 4p durante una hora de Adoración Eucarística y terminamos la hora rezando Vísperas (Oración vespertina). Luego nos vamos a la rectoría para convivir y cenar. Por lo general, terminamos a las 7p o 7:30p. A veces, sólo somos 3 sacerdotes. Otras veces, hay hasta 8 o 9 de nosotros. Los miembros del grupo han cambiado a lo largo de los años. A medida que los hermanos sacerdotes son asignados a una parroquia más lejos de la parte sur de la diócesis, el viaje tan a larga distancia para la reunión puede prohibir la partición. He disfrutado mucho de estas reuniones de sacerdotes a lo largo de los años. Es bueno orar con mis hermanos sacerdotes y es bueno visitarlos y comunicarse entre nosotros mensualmente.

Como pueden imaginar, hablamos de nuestro ministerio sacerdotal, de los asuntos mundiales y de los deportes. Y hablamos de temas que conciernen la Iglesia universal, al igual que la Iglesia local. Un tema que surgió en nuestra reunión de esta semana fue nuestro cartel de Vocaciones de la Diócesis de Sacramento. El cartel de vocaciones presenta a los jóvenes que están en formación para el sacerdocio de la Diócesis de Sacramento. Se puede ver el cartel más reciente en el vestíbulo de nuestra iglesia. Este año, sólo se muestran 7 hombres en el cartel porque actualmente sólo tenemos 7 seminaristas. Como se pueden imaginar, los sacerdotes nos lamentamos de que no tenemos más seminaristas. Nos preocupa que no habrá suficientes sacerdotes para servir en nuestras parroquias. Y nos preocupa que, debido a la falta de sacerdotes ordenados, los sacerdotes que son suficientemente jóvenes para llevar a cabo un ministerio activo serán estirados aún más.

Que la Iglesia necesita vocaciones sacerdotales y a la vida religiosa es algo obvio. Siempre me han impresionado todos ustedes que tienen sed por la gracia de los sacramentos. Quieren asistir a Misa y recibir la Eucaristía. Quieren recibir la Unción de los Enfermos cuando están enfermos y quieren ser perdonados de sus pecados a través de la Confesión. Quieren ser confirmados y desean casarse por la Iglesia. Y, quieren que sus hijos sean bautizados. Para todo esto, necesitamos sacerdotes. Para responder a las necesidades de nuestra Diócesis, realmente deberíamos de tener 30 o 40 o 50 jóvenes en nuestro cartel de vocaciones.

Como me han escuchado decir antes, no creo que Dios esté llamando a menos hombres al sacerdocio que, digamos, hace un siglo o incluso hace 50 o 25 años. Es sólo que menos están respondiendo a Su llamado. ¿Por qué menos responden al llamado? Sin duda, hay una serie de factores. Un factor es que los padres no son tan generosos como antes cuando se trata de traer hijos al mundo. Sin entrar en las razones de esto, está claro que las familias son más pequeñas de lo que solían ser. Y, mi sospecha es que los padres no hablan mucho sobre la belleza y la bondad del sacerdocio o de la vida religiosa con sus hijos, tal vez porque prefieren que sus hijos se casen para que puedan tener nietos. ¿Quién sabe? Díganme ustedes. Otro factor podría ser la secularización de la sociedad. Si bien es cierto que hay menos jóvenes discerniendo intencionalmente una vocación al sacerdocio o a la vida religiosa, también es cierto que no están pensando mucho en el matrimonio. Menos jóvenes no sólo no se casan en la Iglesia, sino que no se casan en absoluto.

¿Qué podemos hacer al respecto en la Parroquia de Santa María? Una cosa que podemos hacer es seguir la dirección de la Oficina de Vocaciones de la Diócesis de Sacramento. En el sitio web de las Vocaciones de Sacramento (https://www.scd.org/vocations/fostering-vocations) se identifican tres tareas principales para promover las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. Primero, debemos orar intencionalmente y ayunar por las vocaciones. Podemos orar por las vocaciones durante la Misa en las Oraciones de los Fieles. Podemos tener una hora santa por las vocaciones, la cual ya hacemos una vez al mes. Podemos orar personalmente por las vocaciones e incluso ayunar por las vocaciones. En segundo lugar, podemos promover las vocaciones hablando sobre vocaciones y de otras maneras. Creo que ustedes pueden ver que el Padre Steven y yo somos felices de ser sacerdotes. Consideramos que el sacerdocio es muy gratificante. Si nos preguntaran, diríamos que no podríamos vernos haciendo otra cosa en la vida que nos hiciera tan felices y que estamos contentos de que Dios nos llamó a ser sacerdotes. Pero, es cierto, tal vez necesitamos hablar más abiertamente sobre nuestro amor por el sacerdocio. Finalmente, tercero, podemos invitar a los jóvenes de nuestra parroquia, que creemos que tienen las cualidades para ser un buen sacerdote, a considerar que Dios podría estar llamándoles al sacerdocio. En mi caso, estoy seguro de que Dios me llamaba para ser sacerdote. Pero me gustaba la idea del matrimonio y luché para darle a un posible llamado al sacerdocio la consideración más seria que requería. Pero una vez que me di cuenta de que, si Dios quería que yo fuera sacerdote, era porque tenía un plan para mí y que Su plan me iba a hacer más feliz que cualquier otro plan que se me hubiera ocurrido por mi cuenta. Afortunadamente, Dios fue paciente conmigo y eventualmente respondí a Su llamado.

Al embarcarnos en este nuevo año, oremos por los jóvenes de nuestra parroquia para que entiendan la voluntad de Dios para ellos. Oremos por aquellos que, en el designio de Dios, están destinados al matrimonio para que encuentren cónyuges santos que los ayuden a llegar al cielo. Y oremos por aquellos a quienes Dios llama al sacerdocio y a la vida religiosa para que respondan generosamente a Su llamado. Durante el 2021, que nosotros, como parroquia, nos comprometamos aún más a fomentar el llamado de Dios al sacerdocio y a la vida religiosa. Después de todo, es una cuestión de vida o muerte. Y, como fieles que quieren la vida, especialmente la vida eterna, sabemos que sin la gracia de los sacramentos y sin sacerdotes para ministrar los sacramentos, será aún más difícil prepararnos bien para el cielo.

¡Bendita Navidad y fructífero Año Nuevo!

Padre Berg

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