Desde el Escritorio del Párroco

Estimados feligreses de Santa Maria:

Si les gusta las historias sobre conversión, les recomiendo “De Fuego, Por Agua (From Fire, By Water)" escrito por Sohrab Ahmari y publicado por Ignatius Press.  En su libro, el Sr. Ahmari relata su jornada de ser criado como musulmán cultural en Irán, al ateísmo y eventualmente al catolicismo.  Su historia no sólo es convincente (especialmente para alguien entre los 30 años de edad), sino que también está bien escrita. Ahmari es un escritor profesional que se desempeña como editor de opinión del New York Post.   

En la edición de enero de First Things, Sohrab Ahmari contribuyó con un artículo titulado "Regrese el Cuerpo (Bring Back the Body)" en el que revisó un libro de O. Carter Snead.  No tengo espacio suficiente para escribir sobre el libro del señor Snead, pero me gustaría citar los comentarios introductorios del Sr. Ahmari acerca de su revisión del libro.  Aparentemente en Francia, en el 2014, había un popular comercial de televisión titulado "Querida Futura Mamá" e; cual era dirigido a las mujeres embarazadas quienes se habían enterado que sus hijos tenían síndrome de Down.  En un comercial, un niño dice: "No tengas miedo, tu hijo será capaz de hacer muchas cosas. Podrá abrazarte. Podrá correr hacia ti. Podrá hablar y decirte que te ama".  Los comerciales se emitieron porque en Francia el 96 por ciento de los embarazos con síndrome de Down eran eliminados.  Los anuncios fueron producidos con el fin de tratar de cambiar la mentalidad de la gente acerca de abortar a sus hijos, regalo de Dios, con síndrome de Down. Desafortunadamente, un par de individuos se quejaron de los anuncios y por lo tanto fueron descontinuados.

Sin duda, el aborto no es un tema fácil de cual hablar o de pensar. Aun así, no podemos ignorar el aborto porque es tan frecuente en nuestra cultura, nuestro mundo y nuestro país.  El próximo viernes 22 de enero, se celebra el 48 aniversario de la decisión de la Corte Suprema de Roe v.  Wade la cual legalizó el aborto en los 50 Estados Unidos.  Desde 1973, más de 60 millones de bebés han sido abortados en los Estados Unidos.  El aborto deja una gran franja de destrucción a su paso. La destrucción incluye no sólo a los niños que han sido privados de la oportunidad (y el derecho) de vivir fuera del vientre de sus madres, sino que también incluye a muchas madres y padres post-abortivos que sufren profundas heridas espirituales y psicológicas.  Gracias a Dios, estas madres y padres pueden encontrar sanación en la gracia de los sacramentos y en programas como Rachel's Vineyard y Project Rachel.   Además, afortunadamente hay programas como el Proyecto Gabriel y Las Clínicas para Embarazadas Alfa que ayudan a las madres vulnerables al aborto para que elijan la vida para sus hijos.

Estoy muy contento de que mi sobrino y ahijado, Thomas, no fuera abortado por sus padres. Hace más de diecinueve años, Thomas fue diagnosticado con síndrome de Down en el vientre de su madre. Estoy seguro de que hubo varios factores que llevaron a la difícil decisión de los padres biológicos de Thomas de permitirle generosamente ser adoptado como un recién nacido por mi hermano y cuñada.  Desde entonces, Thomas se ha convertido en un hermoso, amoroso y talentoso joven de 19 años de edad. Thomas tiene muchos intereses, pero sobre todo, le encanta la música. Cuando cumplió 18 años, dio un recital en su órgano para más de 60 personas que incluía a su familia y parientes, pero también a muchas personas que han llegado a querer a Thomas y él los ha querido también a lo largo de los años. Estas personas incluyen a sus maestros, amigos, entrenadores y feligreses.  Afortunadamente, pude conducir lo que es una hora más o menos hasta la ciudad de Yuba después de mis Misas del domingo por la mañana para asistir al recital.  Estaba muy orgulloso de Tommy, muy agradecido con Dios y agradecido con mi hermano y mi cuñada que generosamente acogieron a Thomas en sus vidas y lo han amado y criado, junto con sus otros dos hijos, a lo largo de los años.  

Mientras que el aborto sea una realidad, tenemos trabajo que hacer. Además, sospecho que todos conocemos a alguien que ha sido afectado por el aborto, nos demos cuenta o no.  En última instancia, Dios está a cargo. Pero cooperamos con Dios a través de nuestras oraciones y nuestros esfuerzos.  Los niños en el vientre no pueden hablar. Tenemos que hablar por ellos.  Vamos a animarnos unos a otros a ser testigos a través de nuestras voces, a orar con el corazón, a trabajar con las manos y los pies para llevar a cabo una cultura de vida que se necesita tan desesperadamente en nuestro país y en nuestro mundo. 

En Cristo,

Padre Berg

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