DESDE ELESCRITORIO DELPÁRROCO

Estimados Feligreses de Santa Maria:

Al llegar a la recta final de la Época de Pascua, se-guimos dando gracias a Dios por el don de la Resurrección, la Ascensión de nuestro Señor al cielo y el envío del Espíri-tu Santo en Pentecostés. Celebrando el aniversario de la Ascensión del Hijo al Padre este fin de semana, nos recuer-da que Nuestro Señor no sólo equipó a los apóstoles para continuar Su obra, sino que también Nos ha dado a todos lo que necesitamos para continuar Su obra. Cuando refle-xiono sobre los relatos de la Ascensión, siempre me impre-siona lo alegres que parecían los apóstoles de que Nuestro Señor los dejaba. Suena raro decirlo de esa manera, ¿no creen? Medita de nuevo en el relato de San Lucas: " Des-pués los condujo [fuera,] hacia Betania y, alzando las ma-nos, los bendijo. Y, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén muy contentos. Y pasaban el tiempo en el templo bendiciendo a Dios." (Lc 24:50-52) ¡Qué dife-rencia de poco después de la resurrección de Nuestro Se-ñor! Recuerden cómo Jesús se acercaría a los discípulos en numerosas ocasiones y a menudo estaban llenos de mie-do. Para cuando Jesús ascendió al cielo, algo había cam-biado. Habían sido fortalecidos, consolados e inspirados para continuar. Y sabían que Jesús les había dado el asom-broso e infinito don de su gracia, en general, y la gracia de los sacramentos, en particular.

"¡No tengas miedo!" Jesús nos lo dice. Bueno, po-dríamos decir que eso es más fácil decirlo que hacerlo. El miedo es un sentimiento basado en lo conocido y lo desco-nocido. Podríamos sentir miedo de algo porque recorda-mos cómo ese evento en particular se desarrolló en el pasa-do, y no fue bueno. Podríamos sentir miedo a algo debido a la incertidumbre del presente y del futuro. Muchas perso-nas han experimentado mucho miedo en los últimos 15 me-ses de la pandemia. Han temido por sí mismos y por sus seres queridos. Sin embargo, Jesús dice: ¡No tengas miedo! Al ver algo de luz al final del túnel con respecto a la pande-mia por el COVID-19, es importante que apoyemos a aque-llos que todavía pueden estar sintiendo miedo de rendir cul-to en nuestra iglesia. Les podemos asegurar que se están tomando precauciones de seguridad en nuestra parroquia. Les podemos asegurar de nuestras oraciones por ellos. Al final, sin embargo, el miedo a enfermarse no debe impedir que uno asista a Misa.

En una carta a los fieles bajo su cuidado pastoral desde septiembre pasado, cuando volvió a establecer la obligación dominical, el Arzobispo Jerome Listecki, de Milwaukee, lo dijo de esta manera: "El miedo de enfer-marse, en sí mismo, no exime a alguien de la obligación. Sin embargo, si el miedo se genera debido a factores de riesgo, como condiciones preexistentes, edad o sistemas inmunológicos comprometidos, entonces el miedo sería suficiente para eximirse de la obligación." El Arzobispo Listecki también recordó a los fieles la importancia de to-mar una decisión basada en una conciencia bien formada: "Corresponde a cada individuo sopesar sus propias cir-cunstancias a través de un examen de su conciencia y de-terminar, mediante el uso de su conciencia, si se les exime o no de la obligación dominical. Recuerden, una concien-cia bien formada es recta y verdadera."

En la Diócesis de Sacramento, el Obispo Soto aún no ha restablecido la obligación dominical. Sin embargo, nos ha recordado que hagamos santo el domingo en una reciente carta pastoral. cf. https://www.scd.org/call-to-holiness Si uno puede, uno debe asistir a Misa en persona. Si no, uno puede participar en una Misa transmitida en vi-vo y en otras prácticas espirituales para hacer el domingo Santo. En cualquier caso, esperamos pronto estar todos juntos en persona en la Iglesia de Santa María, donde po-demos orar y rendir culto alegremente y sin miedo, juntos como parroquia.

En el Señor Ascendido,

Padre Berg

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